La escritora argentina explorará en esta nueva visita, a la Feria Internacional del Libro Santo Domingo, las posibilidades del relato breve y su fascinante capacidad para crear grandes historias en pocas palabras.
-Esta es tu segunda visita a la Feria del Libro de Santo Domingo. ¿Qué expectativas tienes tantos años después y con escritores dominicanos quisieras interactuar?
Así es, participé por primera vez hace ya varios años, en el 2012. Por lo que he leído en la prensa, esta feria tiene muchos invitados de lujo, escritores de otros países y también dominicanos que viven en el exterior.
Para mí será puro placer y alegría volver a estar en Santo Domingo, una ciudad que me encanta, y encontrarme con escritores que conozco personalmente, como Basilio Belliard, y el poeta Frank Báez, además del periodista José Beltrán.
De los autores que participarán en esta edición, ¿a quién quisieras escuchar o tomarte un café?
Además de los amigos dominicanos, me encantaría tomarme un café con cualquiera (o todos) de los invitados españoles. Con Cristina Fernández Cubas, porque además de que la admiro de corazón por sus cuentos geniales, nos conocemos personalmente (aunque no sé si ella se acordará de mí).
Con ese poetazo que es Luis García Montero o con el gran novelista vasco Bernardo Atxaga. Y por supuesto con Jorge Franco, de Colombia. Me va a encantar volver a encontrarme con Karla Suárez, Eduardo Lalo y conocer a David Toscana, cuyas novelas he leído, ya que compartimos el mismo traductor al inglés.
-Impartirás dos talleres de lo que más sabes, el microrrelato, ¿qué quieres que se lleve el público que te escuche esos días?
No es que sepa más de microrrelato, en realidad nada de lo narrativo me es ajeno. Lo que quisiera es que el público se vaya con una idea general de lo que es el género y sus infinitas posibilidades.
En mi taller voy a dar un poco de teoría, muchos ejemplos de autores extraordinarios, que poca gente relaciona con el microrrelato, como Kafka, Ítalo Calvino o Borges. Y, por supuesto, los voy a hacer escribir.
-Para que los lectores lo tengan claro, ¿qué diferencias existen entre un cuento y un microrrelato?
La extensión. Todas las demás definiciones se relacionan de una u otra manera con esa realidad tan simple. Es un poco como hablar de la diferencia entre cuento y novela. Han corrido ríos de tinta tratando de aclararlo y en el fondo la extensión es la única característica que sobrevive intacta.
Los cuentos de Alice Munro, por ejemplo, tienen todas las características de la novela. Pero son breves, entonces son cuentos. Y todos hemos leído novelas que funcionan como cuentos.
Con el microrrelato pasa lo mismo. Si es narrativo y tiene una página o menos (unas trescientas palabras como máximo) es un microrrelato. Y punto. Podría añadir cientos de características propias, pero todas ellas parten de la brevedad.
-¡Qué difícil es decir mucho en pocas palabras! ¿Cuál es tu proceso para condensar ideas y reflexiones en textos tan cortos?
Es que no condenso. Los microrrelatos nacen así, breves. Siempre me opongo a esa idea de que se trata de abreviar o resumir. De ningún modo.
Si uno escribe un cuento de tres páginas es porque necesita las tres páginas, es absurdo ponerse a tachar adjetivos, adverbios, frases enteras, para tratar de meterlo en la medida del microrrelato.
El efecto es lo que pasaba con el zapatito de cristal de Cenicienta. Las hermanastras podían cortarse los dedos de los pies, o los talones, tratando de calzárselo a la fuerza, pero no resultaba.
También intento que no se trate de ideas o reflexiones, porque entonces mis textos correrían el peligro de transformarse en pensamientos o aforismos, géneros que tienen sus propias reglas.
-Has trabajado todos los géneros, sin embargo el microrrelato es con el que más se te identifica, ¿qué te gusta de cada uno de ellos y cómo lo eliges (o es el género que te escoge a ti)?
Me pongo un poco celosa de mí misma con este tema. En realidad, las novelas y los cuentos me han dado más premios que los microrrelatos y tengo más o menos la misma cantidad de libros en cada género.
De todos, las novelas son los más traducidos. Y los libros infantiles son lo que más se vende. Pero es cierto que en el mundo de habla hispana se me conoce sobre todo por el microrrelato.
Un poco porque mi editorial argentina (Planeta) no saca a sus autores al exterior, y Páginas de Espuma, mi editorial española, solo publica cuentos y microrrelatos.
Cada género tiene sus tristezas, angustias y alegrías. Yo trabajo con mucho orden y disciplina. Cuando termino un libro en un género por lo general me siento agotada, y por eso estoy obligada a pasar a otro, por pura fuerza de voluntad. Ahora me toca otra vez novela.
-Has comentado en algunas entrevistas que tu actitud mental cambia según el género en que estés trabajando, ¿cómo se da eso?
Creo que no es exactamente una cuestión de actitud, sino que… Es difícil explicarlo, pero siento que con cada género hago trabajar a otra parte del cerebro.
-En esta era de la gratificación instantánea, ¿crees que los microrrelatos llevan ventaja a otros formatos literarios?
Todo lo contrario y es muy fácil comprobarlo: nunca jamás en la muy reciente historia de los rankings literarios un libro de microrrelatos ha sido best-seller.
En la era de la gratificación instantánea, la mayor parte de los lectores prefiere las novelas muy largas. Porque entran, conocen a los personajes, entienden los códigos y la propuesta del autor, y después pueden dejarla en la mesita de luz para entrar y salir en cualquier momento sin gran esfuerzo.
En cambio un libro de cuentos, y más todavía uno de microrrelatos, exige hacer un pequeño esfuerzo para entrar a cada uno de los textos y unos segundos de reflexión después de terminarlo.
El microrrelato, y más todavía la poesía, son todo lo contrario de lo que esta era pretende de autores y lectores.
-¿Está el microrrelato infravalorado?
Sospecho que sí, que se lo considera un género menor. Pero, un poco, es por culpa de una enorme cantidad de autores que se han lanzado a escribir microrrelatos porque, como son cortitos, más o menos les sale.
Quizás no pueden escribir cuentos ni novelas, pero sí pueden escribir un textito de cinco líneas.
-De los tuyos, ¿cuál es tu preferido y porqué?
No tengo un preferido porque son tantos… Más de mil doscientos microrrelatos publicados… Pero en cada libro tengo algunos que quiero más. Te voy a proponer uno que me gusta mucho de mi último libro de microrrelatos «La Guerra»:
La cruzada de los niños
En 1212, motivados por los inspirados sermones de un niño alemán y un niño francés, treinta mil niños europeos se lanzaron a luchar contra los infieles por la restitución de Tierra Santa. Muchos días y noches de oración a las orillas del Mediterráneo no lograron que se abrieran sus aguas. Casi la mitad de los niños desertó, casi la mitad murió de hambre, enfermedades y penurias. Los dos mil restantes lograron embarcarse hacia Medio Oriente y fueron vendidos como esclavos a los turcos por los patrones de los barcos. A los analfabetos se los empleó en tareas agrícolas, en las canteras y las minas. Los que sabían leer y escribir, trabajaron como traductores. A uno de ellos se atribuye la invención de este relato, que la mayor parte de los historiadores consideran falso, erróneo o legendario.
-Tu última obra es un libro de poesía, «No son haikus», de breves poemas, ¿lo encontraremos en la feria y qué nos puedes contar sobre él?
No sé si encontrarán alguno de mis libros en la feria. No tengo la menor idea de quién y cómo decide qué libros habrá…
«No son haikus» es un libro de poemas que tienen diecisiete sílabas dispuestas en versos de cinco, siete y cinco sílabas. No me atrevo a llamarlos haikus por muchas razones.
El haiku tradicional japonés tiene diecisiete «moras», que no son exactamente sílabas. No se refiere a las preocupaciones humanas, no admite la metáfora. Y tiene una relación muy intensa con la naturaleza y en particular con la estación del año.
Mis versos no tienen ninguna de esas características. Ni Octavio Paz ni Borges se atrevieron a llamar haikus a sus poemas de diecisiete sílabas.
-¿Crees que, a pesar de todas las facilidades ofrecidas por las redes sociales y otros avances tecnológicos, hoy en día es más difícil que un escritor pueda lograr que sus creaciones sobresalgan?
Es más difícil sobresalir porque hay más gente en el mundo y por lo tanto también más escritores. No solo eso: gracias a los avances tecnológicos editar es más económico, y en toda América Latina florecen las editoriales independientes.
Por lo tanto hoy es mucho más fácil publicar y mucho más difícil sobresalir que cuando yo empecé. Sin hablar del streaming y otras distracciones que nos roban lectores.
-¿Cómo ves a la generación actual de escritores latinoamericanos?
Lo que veo entre los jóvenes es una enorme variedad, es difícil englobarlos a todos en una sola definición.
Pero, en muchos casos, podría decir que nos encontramos con una nueva forma de representación, por momentos tan cruel que las historias más duras de los que fueron maestros de mi generación, nos suenan cargadas de almíbar.
No porque la materia de sus relatos fuera menos oscura, sino porque estaban contados con un elemento de ternura y de esperanza que operaba sobre el lenguaje mismo, y que hoy ha desaparecido.
Leídos desde las formas de representación actual, Cortázar o García Márquez suenan insoportablemente edulcorados. Una especie de hiperrealismo cruel mira hoy con lupa y sin filtro lo peor de nuestra sociedad. Y le hace mucho bien a la literatura.
-¿Qué aconsejaría a aquellos interesados en incursionar en el mundo de la literatura y más particularmente en el relato corto?
Que lean a los clásicos y consigan otro trabajo. Si ganar dinero con la literatura es dificilísimo, ganar dinero con el microrrelato es como exprimir piedras.
- Taller: «Escritura de microrrelatos». Impartido por Ana María Shua. Sesión 1. Moderador: Vicente Arturo Pichardo. Pabellón de Narrativa (sala Ravelo, Teatro Nacional). Miércoles 13 de noviembre, 10:00 a.m.
- Taller: «Escritura de microrrelatos». Impartido por Ana María Shua. Sesión 2. Moderador: José Alberto Beltrán. Pabellón de Animación a la Lectura y la Escritura (auditorio del Museo de Historia Natural).
Jueves 14 de noviembre, 10:00 a.m. - Conferencia: «Escribir: técnica y misterio». Expositora: Ana María Shua. Moderadora: Clidia Díaz. Sala de Letras (Auditorio Juan Bosch, Biblioteca Nacional). Viernes 15 noviembre, 5:00 p.m.
- Recital de microrrelatos: «Lecturas como relámpagos». Expositora: Ana María Shua (Argentina). De República Dominicana: Pedro Antonio Valdez, Natacha Féliz Franco e Ibeth Guzmán. Moderador: Nan Chevalier. Pabellón de Narrativa (sala Ravelo, Teatro Nacional). Sábado 16 de noviembre, 7:00 p.m.