El dolor lumbar crónico afecta a aproximadamente 60 millones de personas en Latinoamérica, unos 10 millones de los cuales presentan incapacidad causada por esta dolencia, debido a las limitaciones para caminar, interactuar socialmente, hacer deporte e incluso dormir.
El dolor crónico está asociado a riesgos ocupacionales que se han agravado con el aumento del teletrabajo durante la pandemia del COVID-19, añadió un reporte enviado a Efe por la compañía farmacéutica Grünenthal en Perú.
“Esto tiene importantes efectos en la salud mental del paciente, en la capacidad para realizar actividades diarias como trabajar y, en consecuencia, en su productividad”, señaló en el reporte la presidenta de la Asociación Latinoamericana de Cuidados Paliativos, Patricia Bonilla.
Según los expertos, en algunas personas el dolor lumbar crónico tiene un origen mecánico, como contracturas musculares, desviaciones de la columna vertebral o escoliosis, mientras que en otros casos empieza con enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide y la espondilitis anquilosante, además de algunos tipos de cáncer.
“Sin embargo, el 85 % de los pacientes que lo padecen de forma crónica tienen lo que los especialistas denominan dolor de espalda no específico, es decir que no tiene origen físico claro”, se acotó.
La afección se define como el dolor localizado entre las costillas y los glúteos, y puede extenderse al dorso, la pelvis y las piernas, unas zonas en las que 8 de cada 10 personas han experimentado molestias en algún momento de su vida.
Se le considera crónica cuando se prolonga por más de tres meses y está asociada principalmente con el levantamiento y transporte de cargas pesadas, pasar mucho tiempo sentado, mala postura, rotación del tronco inadecuada, sedentarismo y estrés laboral.
El impacto económico
El informe también remarcó que el dolor lumbar crónico tiene un impacto económico importante, ya que se estima que entre el 5 y el 30 % de los pacientes en Latinoamérica abandona sus empleos al ver limitadas sus capacidades.
“Es considerada como la enfermedad mecánica más costosa, tanto por los gastos en tratamientos, hospitalizaciones e intervenciones, como por los que implican licencias por incapacidad y reemplazos temporales o permanentes de estas personas”, agregó Bonilla.
De hecho, en América, se destina el equivalente al 2 % del Producto Interno Bruto (PIB) a atender estos conceptos.
El impacto del teletrabajo
Bonilla remarcó que durante la pandemia el teletrabajo ha hecho que las personas pasen más tiempo frente a sus computadoras “sin hacer las pausas debidas y con una carga emocional importante, lo que incrementa el riesgo”.
Para un adecuado tratamiento, añadió, es necesario un “abordaje multidisciplinar y personalizado, que implica terapia farmacológica, psicológica, fisioterapia y asesoramiento nutricional”.
“Se tiene que hacer un esfuerzo por considerar el dolor crónico como una especialidad, que permita que cada vez más médicos se formen y conozcan qué tratamiento prescribir según el perfil del paciente, para que efectivamente aliviemos su sufrimiento”, indicó.
Consejos para los pacientes
Para evitar que el dolor se vuelva crónico, recomendó Bonilla, los afectados deben mantenerse activos, introducir una rutina de ejercicios, evitar fumar y llevar una dieta balanceada para mantener un peso adecuado y manejar mejor el estrés.
Además, tener una postura correcta, con el tronco erguido y los hombros atrás, hacer pausas y cambiar de postura con frecuencia y mantener una postura recta al levantar y transportar peso.
“Un tratamiento inadecuado puede contribuir con la cronificación (sic) del dolor, dificultado el movimiento y generando complicaciones graves para la salud”, remarcó la especialista antes de enfatizar en la importancia de acudir al médico al momento de presentar alguna molestia o dolor prolongado.